Dolores Jiménez y Muro
Nace en Aguascalientes hija de José María Jiménez, abogado liberal y Atilana Muro, a los nueve años se traslada con ellos a San Luis Potosí debido al trabajo de su padre como funcionario gubernamental de aquel estado. Es en este periodo de la infancia es donde construye su amor por la lectura y la escritura, demostrando pronto gran talento para la palabra. Gracias al contexto liberal donde se desarrolló y al apoyo constante de sus padres, ella incursionó como profesora, escritora y, a más tarde, periodista
En 1874, debido a la fama que se había hecho como una buena escritora, recibió una invitación del gobierno estatal de San Luis para participar en las celebraciones del mes de septiembre con la declamación de una poesía de su propia autoría. Los versos que escribió para dicha ocasión hablan de su aspiración por un mejor país y termina con la siguiente estrofa:
"Eres ¡Oh! Patria bella, muy amada:
¡Dios quiera que ese amor eterno sea!
¡Que seas del mundo entero respetada!
¡Que seas grande, muy grande, y yo lo vea!"
Fue parte de la sociedad "Socialistas Mexicanos" y simpatizante del Partido Liberal Mexicano (PLM), con este trabajó en la redacción del programa del partido para 1901, en donde coincidió con Ricardo Flores Magón, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Elisa Acuña Rosete y Aurora Martínez.
Queda constancia de su talento político en la redacción del Plan Político y Social de Tacubaya (Conspiración de Tacubaya), en el que se exigía la devolución de tierras al campesinado, aumento salarial, jornada laboral de ocho horas, libertad de expresión, reorganización de las municipalidades suprimidas, protección a los pueblos indígenas y la abolición de todos los monopolios empresariales, además de reconocer como ley suprema la Constitución de 1857. A Dolores Jiménez y Muro se le reconoce como la autoría de este texto, que se publicó el 18 de marzo de 1911, este hecho causaría que posteriormente ella redactara también el prólogo del Plan de Ayala.
Antes del estallido de la revolución armada, ella formó parte de grupos de mujeres maestras, campesinas, intelectuales y obreras que, además de los derechos políticos, abogaron por derechos sociales en general y de la mujer en particular. Jiménez y Muro editaba el periódico "La Mujer Mexicana" y presidió el "Club Femenil Hijas de Cuauhtémoc", con el que encabezó una protesta contra el fraude de 1910 bajo la consigna “Es tiempo de que las mujeres mexicanas reconozcan que sus derechos y obligaciones van más allá del hogar”, uniendose así a la causa maderista.
Toda su vida fue una pensadora y activista radical, trás tomar las riendas del diario "La Voz de Juárez" tanto ella como sus colaboradoras y colaboradores fueron arrestados. Jiménez y Muro siguió siendo políticamente activa desde la carcel, mediante la publicación de "Regeneración y Concordia" describió los cambios que ella deseaba ver en México en temas economicos, sociales y laborales, donde abogaba por cambios para mejorar las condiciones de vida de la mujer. A diferencia de las teorías revolucionarias dominates, Jiménez insistía en que los salarios de las mujeres debían ser iguales a los de los hombres. Según el censo de 1910, las mujeres representaban solo un 8.8% de la fuerza laboral mexicana, sin embargo Jiménez discutía que esta información era incorrecta, porque no tomaba en cuenta a las mujeres que trabajaban como vendedoras de calle, artistas o rancheras comerciantes. Las mujeres de México, dijo ella, son una parte crucial en la economía, y por eso ellas merecían beneficios de las reformas económicas de México.
Las obras y el pensamiento de Jiménez y Muro llamaron la atención de Emiliano Zapata, quien adoptó una de sus reformas propuestas y la invitó para reunirse con él en Morelos. La reunión tuvo lugar en 1913, y desde entonces se convirtió en una parte activa de la organización zapatista, siendo nombrada por el propio Zapata con el grado de general brigadier, ella estuvo en la lucha guerrillera moviéndose entre montes y pueblos indígenas desde 1914 hasta el asesinato de Emiliano Zapata en 1919.
Una vez terminada la lucha armada pasó sus últimos años con tareas periodísticas divulgando sus ideas en medios cómo "Las Violetas del Anahuac" y en el "Correo de las Señoras". Se sabe también que colaboró en las "Misiones Culturales", programas de educación extraescolar itinerantes para zonas marginadas a lo largo del país a cargo de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
La soledad y el fuego de Dolores Jiménez y Muro. Oresta López / Varinia Hernández (2001)
Dolores Jiménez: periodista e intelectual zapatista, Oresta López (2015)
Recopilación Eduardo Michael Rodríguez Medina (2023)